martes, 23 de junio de 2015

Viejo barrio


Como canta melosamente el tango: "Barrio, plateado por la luna",  evocaba a mi me memoria la estampa que mis ojos a esas horas de la madrugada contemplaban desde el cercano altozano.
Materialmente en tinieblas, se distinguían, como por un delineante trazadas, las hileras de farolas, escasas, que cual luminarias en aceite, rutilaban nerviosamente, en  una coreografía armónica que me recordaban los  "Nacimientos" que, en Navidad, se ponían en casa de mis padres.
Y esa era toda la similitud con algo amable y dulce. Mi querido barrio, por la noche, ocultaba las mediocridades de nuestra estirpe en callejones marginales con jeringuillas multiuso que diezmaban la ya escasa generación juvenil.
Y luchas. Un minino bufaba desde lo alto de una maltrecha tapia mientras un esquelético pellejo de huesos que daba nombre a un perro, ladraba encolerizado al tratar, en vano, de alcanzarlo.
Dos callejas más abajo, un ¡ay! quedo y lastimero, salía, por última vez, de una garganta casi púber, antes de caer al suelo para siempre...

Era así, noche tras noche. Cada ocaso subía hasta el otero para contemplar ese suburbio tan querido y, a la vez, huir un poco de los sonidos mortuorios del silencio. Era terapia.

Para el II Certamen de Micro-cuentos Vallecas calle del Libro. Vallecas Todo Cultura. (Edición 2015). Madrid.

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