sábado, 20 de junio de 2015

Pelayo


( Se abre el telón.  La estancia, representa un viejo hórreo asturiano, aderezado y acicalado con esmero. Es claro, una recuperación mimosamente hecha,  como una experiencia más en lo que se denomina, últimamente, turismo rural.)
Sale Pelayo, uno de nuestros protagonistas, por el lado derecho del escenario. Se para junto una mesita supletoria en la que están dispuestos una jarra de barro con agua y dos vasos. Se sirve agua en uno de los vasos y da un generoso trago, saboreando el "sabor" de aquél agua cristalina.

(Comienza un soliloquio, en el que se justifica, o trata de hacerlo ante sí mismo, de por qué se encuentra en ese lugar)

Pelayo  : He venido por tener ocupado el tiempo. No tenía nada mejor que hacer y la verdad que tanta costa ya me satura. Qué aburrido es cuando no tienes a nadie cerca con el que charlar o salir a tomar unas copas...
               Si lo llego a pensar antes, ni me hubiera movido de casa...total...terminaré por aburrirme aquí también; no creo que en éste lugar haya cosas con las que  poderse entretener...
               ¡Qué tedioso es todo! ¡Qué vida más aburrida! ¡Carajo!

(Dio varios pasos atropelladamente por la estancia; dando muestras de cierto desasosiego; evidenciando que estaba allí porque no le quedaba más remedio; pero, a la vez, lamentándose de haberse acercado hasta ese lugar).
               (Prosiguió). Además ¿quién me manda a mí venir a este sitio tan                   cutre, antiguo, feo,? ¡Rural, por Dios!. ¡En qué estaría yo pensando                  para venir aquí!. Mañana mismo, desayuno y me vuelvo con                             viento fresco a mi casa; por lo  menos allí puedo estar como me dé                    la gana...

"Voz"   : ¿De qué te quejas tanto, Pelayo?

(Pelayo da un respingo asustado; moviendo hacia todos los lados la cabeza, intentando descubrir quien le ha hablado)

Pelayo  : (Cuando al fin se recobró, pero sensiblemente nervioso). ¡Ea! ¡Ya                    está bien! ¡Quién ha dicho tal cosa! ¡No tiene gracia!                                           (Inspeccionó de una manera azorada la habitación). ¡He                                     dicho que ya está bien, que salga quién ha hablado!

"Voz"   : Estate tranquilo, Pelayo, he sido yo. Soy el Hórreo en el que                           habitas. La gente cree que no tenemos vida propia; y no es así. Lo                   que ocurre que preferimos callar y no interferir en los asuntos de                       humanos...

Pelayo    : ¡Qué tonterías estoy escuchando! ¡Ya está bien! ¡O sale quien                    esté intentando gastarme una broma o llamo al gerente de este                         establecimiento!

"Voz" (Identificada ya como El Hórreo) : Y...¿estarías dispuesto a creer al                gerente?. Piénsalo bien...

Pelayo  : Intentas confundirme... ¿de verdad crees que voy a creerme que                el gerente  está en el ajo y sabe que este hórreo habla?...¡Válgame                 el Cielo, por favor! ¡Salga inmediatamente! (A continuación volvió   a                 escudriñar cada rincón de la habitación; aumentando su nerviosismo                 al comprobar que no solamente no había nadie escondido, sino que             hasta lo minuciosa que había podido ser su batida, no había encontrado       ni el más ligero atisbo de micrófonos o artilugios electrónicos que pudieran              ser motivo de sospecha)
         (Recobrando un poco la energía). ¡Es la última vez que se lo digo!               ¡Salga, quien sea, de una vez!

El Hórreo : (Con clara voz de paciencia). Pelayo, ya te lo he dicho, soy el                  propio Hórreo. Comprendo que te asombre. Soy consciente de que                 he picado ante tus quejas y te he contestado, saltándome el                         compromiso que tenemos todos los inmuebles de no hablar con                 los humanos ni inmiscuirnos en sus asuntos. Lo siento, pero ya no                   tiene remedio. Espero que termines por comprenderlo.

(Iba a contestar de una manera un tanto airada Pelayo cuando un característico ¡toc, toc! dado en la puerta de la habitación, anunciaba una visita, cuando menos en ese momento, inoportuna. Pelayo se acercó hasta la puerta y la abrió casi violentamente)

Gerente  : Perdone las molestias Sr., le he oído hablar y...pero, perdone,                 podría pasar...

Pelayo   : Pase, pase, (Contestó Pelayo, esbozando una sonrisa de triunfo,            ante la visita  que, sin duda, vendría a desvelar la trama urdida con                esa voz  misteriosa...)
             Usted dirá. (Cerrando la puerta tras de sí).

Gerente : Pues como le indicaba hace un momento, le he oído hablar y                   hablaba con alguien, me explico; quiero decir que no era un                              monólogo lo que usted hacía; se notaba claramente que "alguien"                     (Enarcando las cejas), repito "alguien" le contestaba. Yo lo oía.

Pelayo  : ¡Ja! ¡Entiendo! (Con una sonrisa victoriosa) ¡Y ahora me va usted                  a decir que hay un duende en esta habitación, o mejor, un alma                    errante que, de vez en cuando, parlotea con los inquilinos que aquí              se hospedan! ¿No?

Gerente :  ¡No, por Dios, Don Pelayo, cómo se me iba a ocurrir semejante                   dislate, no!.     Venía a prevenirle que con quien usted hablaba                        hace un momento, es esta        misma habitación, que como ella le                habrá explicado, tiene voz y vida propia...

Pelayo  : ¡Y un cuerno! Ahora mismo recojo mis cosas y me largo de esta                casa de locos!

Gerente : Hará usted mal, Don Pelayo, es totalmente inofensivo. No le                         hará ningún daño; y lo que es más importante, le podrá dar mil                         temas de conversación. Es muy erudito; no se olvide que es un                         hórreo milenario y ha escuchado millones de conversaciones...

Pelayo : ¡Vale, ya no escucho más! ¡Me largo! (No pudo dar un paso más)

El Hórreo : Pelayo, ya te ha dicho el Gerente que harás mal; yo puedo                      hacer que  pases un buen fin de semana...


Pelayo  : (Fue a decir algo y, girando sobre sí mismo, se estampó contra el                        suelo de vieja madera del inquietante hórreo)


FIN


Para el 2º Concurso de Micro-teatro en El Hórreo. Ecomuséu Ca l'Asturcón.
 

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