Me
separaban treinta pasos, de jubilado y un tanto aviado, del inventito, ese tan
rico y alargadito, que dice "público" en un cachito de antigua chapa
hoy de algún compuesto orgánico bien reciclado; cuando veo, oteo, que el
conductor, sale de la parada cual reactor, incorporándose, como Dios manda, al
tráfico escaso de aquella carretera, pues hay que decirlo ahora que, mi
trayecto, es a las afueras de una ciudad
señora y de urbanizaciones; que en fines de semana, se mueve más en otras
direcciones. Luego me vio. Pero quizás, en su bondad, debió pensar, que iría
mucho más cómodo en otro autobús, de más atrás... Así como media hora de
intervalo, me costó la bromita de un autobusero, que, sin duda, trabajaba con exceso
de celo hacia su empresa, pero que en esta vida no pasará, por caballero.
Tengo
un anhelo: que no le ocurra lo mismo cuando sea abuelo.
Para el I Certamen de Micro-relatos Aldaia Cuenta. Aldaia. (Valencia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario