domingo, 24 de mayo de 2015

Sí, era así


Era ya muy tarde. En mi afán por llegar, cuanto antes, a mi destino, había estado conduciendo muchas horas con un ligerísimo alto en el camino para engullir, más que cenar, un bocadillo de calamares que me supo a gloria con su correspondiente botellín de agua para que pasara lo mejor que pudiera.
La gente iba y venía en un viernes que ya presagiaba el progresivo alto en los trabajos de cara al fin de semana; así como, a medida que me acercaba a mi destino un mayor bullicio, antesala de las jornadas festivas que los días siguientes iban a producirse.
No había nada  pues, fuera de lo normal.
Llamé al timbre del Hotel que había escogido; lo más céntrico posible para gozar de las fiestas sin necesitar desplazarme a grandes distancias.
Tardó mucho rato en aparecer una figura encorvada que, muy lentamente cruzó el amplio hall hasta llegar a la puerta en la que me encontraba. Giró con calma la cerradura y entreabrió la hoja para preguntarme si era el huésped Fulanito de Tal, al que estaba esperando.  Cotejó, al amparo de una linterna mi documento de identidad y dio el visto buen para que me adentrara en el Hotel.
Cubrí la hoja de ingreso y con la misma calma extendió una tarjeta con el número 66; sus manos temblequeaban con cierta armonía.
Estaba realmente cansado tras el viaje y me deshice de él, que pugnaba por acompañarme, diciéndole que no se molestara que ya había estado años atrás alojado en aquél hotel y, por tanto , que lo conocía. Mentí.
Dormí plácidamente. La habitación, a pesar de estar ubicado el hotel en una de las grandes vías de la ciudad, no dejaba traspasar por sus ventanas ni el más ligero ajetreo urbano. Decidí desayunar en la habitación. Lo encargué y no habían pasado cinco minutos cuando un "toc-toc" característico, seguido del consabido "servicio de habitaciones" resonaba al otro lado de la puerta.
Abrí y un vetusto camarero, con una amplia sonrisa y un ¡buenos días! jovial, se dispuso a entrar con el carrito del desayuno. Era inmenso...¿dónde pensaban que me iba yo a meter todo aquél arsenal?.
Le di las gracias y calmosamente fue hacia la  puerta de la habitación cerrándola tras de sí. Me dispuse, ávidamente, a dar mi primer trago de aquél aromático café que me estaba pidiendo a gritos que lo saboreara cuando, a medio trago, un fugaz pensamiento cruzó mi mente... éste camarero era muy mayor... o me lo parecía a mí. Y no era el que me había recibido la noche anterior, no.
Desayuné lo que el cuerpo quiso y una ducha confortable me terminó por recuperar las energías que , el día anterior, había maltratado mucho.
Bajé en el ascensor sin encontrarme con ninguna persona y una puerta más pequeña, opuesta a la principal y mucho más cercana, me ofreció la posibilidad de salir por ella y así lo hice.
No noté nada. Enfrascado en recorrer con la mirada las grandes y lujosas tiendas de aquella avenida de tronío, con sabor a "siempre", de observar sus primorosas fachadas del siglo diecinueve muchas de ellas; ensimismado a la vez por el trajín continuo del tráfico; en fin, saboreando el paisaje tardé mucho tiempo hasta darme cuenta de una circunstancia.
Iba a cruzar la calle por una esquina que tenía su correspondiente paso de peatones, cuando, la natural aglomeración que se forma al estar "cerrado" para los peatones, uno que quiso pasar entre el pequeño hueco que había entre la pared y yo, sin querer, me dio un pequeño empujón. Yo, intentando ser correcto desde pequeño, me adelanté a pedirle perón por algo que no había provocado; pero así me han educado. Tengo que decir que él se apresuró a pedir perdón, lo que le honra, y fue en ese cruce rápido de miradas, cuando caí en la cuenta. ¡Otro anciano!. Reparé que los que estaban en aquél grupo a la espera del semáforo todos eran ancianos de diferentes edades posiblemente, pero ancianos.
Crucé el semáforo mirando a casa individuo que tenía al lado o con el que me cruzaba y el resultado siempre era el mismo: ancianos.
Observé a los conductores de los vehículos que circulaban; los de los taxis; los conductores de los autobuses; los del servicio de limpieza; los guardias urbanos....¡todos!...¡todos eran ancianos!.
Estaba empezando a sentirme mal; no porque realmente tuviera mal cuerpo sino porque comenzaba a creerme que aquello era una pesadilla; aunque la sangre que vi en mi pañuelo, fruto de un mordisco que me di disimuladamente en mis labios, me hizo comprender que si aquello era una pesadilla, lo que no cabía duda era que la estaba viviendo.
Una charanga que ser aproximaba con los típicos ritmos de Semana Grande, me hizo concebir la esperanza de que de un momento a otro vería aparecer a los muchachos y muchachas con sus coloridos blusones danzar al ritmo de lo que marcaba la fanfarria  de su peña; y esperé con anhelo verlos aparecer tras el blindaje que les proporcionaban la concurrida asistencia de gente , ya a media mañana, por la calle.
Tres minutos y medio después me percaté, aún con más asombro, que los danzarines que bailaban al son juvenil de la charanga, sobrepasaban con creces mi edad ya madurita. Y se movían primorosamente, pero...eran viejos.
No lo pude soportar más; llegué, incluso, a pensar que se habían puesto máscaras, primorosamente confeccionadas, con algún motivo; en mi desazón pensé incluso que todo aquello estaba orquestado en contra mía.
Un ligero apretón a nivel de tripas, me obligó de inmediato a volver hacia el hotel; para solventar el tema y, sobre todo, porque algo me obligaba a buscar refugio en algún sitio; y el más reconocido por mí en ese momento, era la habitación 66 del hotel.

Llegué en menos que canta un gallo; o así me lo pareció. La urgencia era la urgencia y subí rápidamente hasta la habitación. Entré en el servicio y  más relajado, miré a la persona que se reflejaba en el espejo de enfrente. No di un salto, sin duda por las circunstancias en las que me encontraba; pero allí, en aquél espejo, no estaba yo...había...había un anciano. Con mi cara, mis facciones...pero con cincuenta años más...No era un sueño, no.


Para el V Premio TERBI de Relato Temático Fantástico Mundo Envejecido. Tertulia de Bilbao.


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